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Caso Uniqlo: ¿estrategia de marketing o revolución sexual en China?
Un nuevo escándalo veía la luz el pasado día 14 de julio en las redes sociales Weibo y Wechat (los equivalentes chinos, respectivamente, a Twitter y Whatsapp). Un curioso vídeo corría como la pólvora en todos los chats del país. En la grabación, de 71 segundos de duración, aparecía una pareja manteniendo relaciones sexuales en un probador de una firma de moda. Los mensajes de megafonía dejaban claro el lugar de los hechos: la tienda de la marca japonesa Uniqlo situada en el cosmopolita barrio pequinés de Sanlitun.

Un grupo de chicas se hace fotos frente a la tienda Uniqlo de Sanlitun (Beijing). Foto: ww.81junqing.cn
Las autoridades chinas se pusieron rápidamente manos a la obra para atajar el asunto, prohibiendo la reproducción del vídeo y cerrando todos los canales demicroblogging de las redes sociales más populares. Por su parte, la empresa Uniqlo emitió un tajante comunicado negando rotundamente su implicación en los hechos y lamentando lo sucedido.
De no ser por la dimensión del suceso en las redes sociales dentro y fuera de China, el caso hubiera pasado a ser otra anécdota más sobre el control de los contenidos online en el Gigante Asiático. Sin embargo, la gran difusión del vídeo y los comentarios vertidos en la red (que el Gobierno no ha podido censurar) han hecho del ‘caso Uniqlo’ un fenómeno viral. Tanto es así que la tienda de Sanlitun se ha convertido en los últimos días en un centro de peregrinación donde cientos de curiosos acuden para hacerse selfies e incluso visitan los provadores simulando las posturas de los protagonistas del vídeo. La afluencia de público se ha disparado, aunque la firma de moda no se ha pronunciado hasta la fecha sobre su previsible aumento de caja.
Mientras las autoridades chinas se esfuerzan por cerrar el caso lo antes posible a través de la detención de cinco supuestos responsables (entre ellos, según fuentes oficiales, los protagonistas del vídeo) en Occidente se especula con una suerte de ‘revolución sexual’ desatada por una nueva juventud en China que se aleja cada vez más del yugo del concepto de familia tradicional. “Los jóvenes chinos han hablado, y lo que quieren es sexo”, rezaba el título de una columna del diario The Guardian en la que se hace referencia a una suerte de ‘liberación sexual’ en el Gigante Asiático.
No está claro si la anécdota es un ejemplo de la desinhibición de la sexualidad de los jóvenes chinos o más bien un producto de marketing perfectamente orquestado. Para muestra, un botón: el mismo día en el que el vídeo irrumpía en las redes sociales, 途牛 (Tuniu), una de las agencias de viajes más importantes de China, lanzaba una curiosa campaña publicitaria en la queinstaba a los usuarios a alquilar habitaciones por horas para satisfacer sus “impulsos amorosos” (una iniciativa ya de por sí inédita en China continental). “La gente que no te quiere solo puede proponerte un probador”, reza uno de los anuncios, en clara referencia al caso Uniqlo. En el otro (derecha), acompañado de la fotografía de la tienda de Sanlitun, pide a aquellos que se “amen profundamente” que reserven una habitación de hotel (请去酒店深爱) en lugar de tener que acudir a un “probador de Uniqlo” ( 优衣库试衣间).
¿Esconde el escándalo del vídeo viral un reclamo de más y mejor libertad sexual? ¿O bien pertenece a una campaña publicitaria impulsada por el mercado? ¿O quizás ambas cosas a la vez? Difícil de contestar en un país que ha hecho del hermetismo y la rumorología una razón de ser tanto en el sector público como en el privado. Lo que sí es cierto es que el comportamiento a gran escala de las redes sociales controladas torpemente por el Gobierno empiezan a remover los cimientos de ‘todo bajo el Cielo’.