Joaquín Beltrán recomienda..”Chicas de fábrica” y “China Blue”
Leslie T. Chang, Chicas de fábrica. De la aldea a la ciudad en la China contemporánea, RBA Libros, 2012
China Blue, Director: Micha X. Peled, Estados Unidos, 2005
Aunque no suelo comprar libros en el aeropuerto ojeo las librerías cuando tengo que hacer tiempo y en junio de 2011 en el de Hong Kong encontré y compré Factory Girls de Leslie T. Chang (2008, 2009 en bolsillo) un poco antes de su publicación en español por RBA (2012), y de su traducción y difusión en China continental (2013). Reconozco mis prejuicios antes los libros escritos por periodistas por su tendencia al sensacionalismo, a exposiciones rápidas y sesgadas de la realidad que tienden a sacar provecho de la miseria humana –Luis Benvenuty en Mudanzas (2009) lo expone con una auto-ironía implacable: las desgracias venden-; así como también mi atracción ante ciertos “libros de reportaje”por la presentación de testimonios personales que ayudan a comprender las dinámicas sociales, políticas y económicas en determinados contextos: imprescindibles son los trabajos de Edgar Snow, Jan Myrdal, etc. para entender la China pre- y maoísta. De hecho, suelo recomendar una selección de los mismos a los estudiantes para que los utilicen como punto de partida para profundizar en determinados fenómenos. Al igual que Mudanzasde Luis Benvenuty presenta a varios migrantes de diferentes orígenes –uno de ellos chino- que residen y trabajan en la zona metropolitana de Barcelona, entremezclando su propia biografía personal y laboral con los testimonios de sus protagonistas, lo mismo sucede con Chicas de fábrica de Leslie T. Chang, aunque en su caso las migrantes son mujeres jóvenes desplazadas desde el interior de China a la litoral y meridional provincia de Guangdong.


Leslie T. Chang documenta y acompaña a varias jóvenes en sus “mudanzas”, en sus cambios de trabajo, en su búsqueda de nuevas oportunidades, en su vuelta al pueblo para presentar sus novios elegidos por ellas mismas a sus padres. No obvia el duro trabajo y las duras condiciones laborales a las que se enfrentan, pero su objetivo no es describir a víctimas, sino a luchadoras, que cambian, que se transforman, que desean, que deciden, que sufren de soledad y también de compañía, con movilidades ascendentes o descendentes. Sus voces y andanzas, recogidas durante dos años de seguimiento intensivo, presentan un complejo panorama más allá de los habituales y simplificadores maniqueísmos eurocéntricos.

La transformación de la estructura socioeconómica de China durante los últimos treinta años se puede resumir y queda muy bien reflejada en el fenómeno migratorio de las chicas de fábrica. China ha dejado de ser un país fundamentalmente agrario y se ha convertido en una potencia industrial de escala global, además de desarrollar el sector servicios. El proceso de urbanización y la sociedad de consumo de masas, junto a la universalización de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, sobre todo el acceso masivo al teléfono móvil, ha dado lugar a una sociedad nueva, moderna, con un nivel de vida e individualismo en aumento, donde la estrategia de la industrialización rural ha sido clave en todo el proceso de cambio. La emigración de las jóvenes del medio rural a partir de los 16 años a las zonas urbanas y rurales donde se concentra la industria, las libera del control directo de los padres desde muy jóvenes –aunque pasan a depender de un régimen laboral muy exigente y estricto-, les proporciona cierta independencia gracias a la obtención directa de ingresos –aunque sean aparentemente escasos y parte de ellos se envíe a los padres-, se incrementa su autonomía y responsabilidad y surgen para ellas nuevas expectativas que serían imposibles sin haber salido de sus pueblos, o haber tenido acceso a estudiar niveles superiores de formación. De hecho, en ocasiones, son ellas las que contribuyen con sus ingresos a financiar los estudios de sus hermanos/as. Su experiencia les abre las fronteras del limitado y ritualizado mundo rural y cuando vuelven para casarse, si es que lo hacen, tienen un mayor poder para decidir por sí mismas con quién, al mismo tiempo que se convierten en agentes de transformación local introduciendo nuevas ideas, negocios y posibilidades de desarrollo. Las chicas de fábrica rotan constantemente, conforme se casan, aunque cada vez lo hacen más tarde, abandonan las fábricas y son sustituidas por otras. Ellas nunca han trabajado en el campo, la mayoría va directamente desde la escuela. También es habitual pasar de una fábrica a otra buscando una mejora de sus condiciones salariales y laborales. En algunos momentos el motor de Guangdong se ha quedado sin mano de obra disponible lo que ha llevado a considerables incrementos salariales y de condiciones laborales, así como al traslado de las fábricas a zonas localizadas más en el interior, donde suelo y salarios son más bajos. Los costes de producción en la zona litoral de China comienzan a ser elevados para el capital, y así las inversiones se dirigen a zonas más interiores. Esto supone que la migración de las chicas de fábrica cada vez será de menor distancia y que la brecha entre el mundo urbano y el rural, poco a poco se irá acortando.
Recomiendo tanto Chicas de fábrica de Leslie T. Chang como China Blue de Micha X. Peled para acercarse con más profundidad y a través de las propias voces de las protagonistas, a la vida de estas jóvenes que con su aventura personal migratoria están colaborando al cambio y transformación de China. Y si alguien quiere consultar alguna reseña más sobreChicas de fábrica, aquí tenéis unas interesantes:
Neil Davenport, “China’s Factory Girls: Nobody’s Victims”, spiked, 26 de Junio de 2009.
Gloria Wang, “Revisiting Leslie Chang’s ‘Factory Girls’: Chinese Translation Brings Exported Story Back to China”, Tea Leaf Nation, 20 de Junio de 2013.