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"Vivir a las puertas de un gigante" a per Zigor Aldama a "El País"

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Vivir a las puertas de un gigante

China inunda de productos el sureste asiático mientras explota los recursos de sus vecinos



Técnicamente, Boten es una localidad situada en territorio de la República Democrática Popular de Laos. Pero en la práctica resulta difícil creer que así sea. Porque aquí lo que importa es el retrato de Mao Zedong impreso en los billetes de yuanes chinos. Además, los curvos caracteres laosianos y sus sonidos suaves están relegados a un papel secundario por los complejos ideogramas del mandarín y la estridencia de quienes los pronuncian. Y, en los comercios, el Made in China se impone rotundo: desde cigarrillos y licores, hasta juguetes y pantalones vaqueros que han relegado los tradicionales sarong laosianos al olvido.
No en vano, la  Ruta 13 que los colonizadores franceses construyeron para vertebrar al hermano pequeño de Indochina comienza a pocos kilómetros de aquí, en la frontera que separa ambos países comunistas. Sobre el maltratado asfalto de Laos ahora corren las luces y las sombras de la expansión china en el sudeste asiático, el yin y el yang de una estrategia con la que Pekín promete desarrollo económico a sus socios. “Los franceses (1893-1954) robaron todo lo que pudieron y no dejaron apenas infraestructuras. Los chinos, sin embargo, pagan por lo que se llevan y construyen carreteras, presas, y aeropuertos”, alaba Vong Sutsathip, un joven funcionario de Inmigración.
No obstante, el año pasado Laos importó bienes y servicios de China por valor de más de mil millones de dólares, y exportó únicamente 800. Es solo una muestra del crónico desequilibrio en la balanza comercial que caracteriza las relaciones económicas de China con sus vecinos, una supremacía que resulta en una relación de subordinación que muchos tachan de neocolonialismo. Un buen ejemplo de ello es el plan para unir Pekín con Singapur a través de una línea ferroviaria de alta velocidad que correrá paralela a la Ruta 13 de Laos, y cruzará luego Tailandia y Malasia. “La construirán empresas chinas y los gobiernos tendrán que firmar créditos blandos con Pekín que, de facto, en casos como el de Laos supondrán la total supeditación económica a China”, explica a EL PAÍS, bajo condición de anonimato, un alto cargo en Vientián de una de las principales agencias de Naciones Unidas.

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